Si se continúa
subiendo por esa loma, se llega a una especie de rotonda donde el panorama
cambia drásticamente. Es como pasar de un barrio rico, pudiente, a uno bastante
más humilde, tal como son los cementerios de campo o pueblos pequeños. Hay
cruces de madera enterradas en el suelo, algunos fierros que dan la forma de
cunas y, si éstos no tienen el nombre del difunto, no habría ningún otro tipo
de identificación. Por el lado contrario hay un peladero, donde hay algunas
tumbas en una muralla pero están inutilizadas.
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